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LA CORTESÍA POLICIAL

  • Foto del escritor: Diana Urrego
    Diana Urrego
  • 12 nov 2015
  • 8 Min. de lectura


LA CORTESIA POLICIAL O LA EVIDENCIA DE UNA FORMACIÓN HUMANA

El diccionario de la real Academia Española dice de cortesía: (De cortés).: f. Demostración o acto con que se manifiesta la atención, respeto o afecto que tiene alguien a otra persona.

Por : Juan de Dios Urrego Gallego

Asesor Académico y pedagógico

Par académico del CONACES-CNA-MEN


Al ver con atención la definición de cortesía que nos da el diccionario de la Lengua española, editado por la Real Academia, no deja de sorprendernos que la cortesía se refiera a acciones que manifiestan logros de la humanización que realiza en nosotros la educación, como el respeto y el afecto, sentimientos que le son propios a los humanos que se humanizan en los ambientes de enseñanza y de aprendizaje, procesos que se dan desde la cuna y va hasta la muerte. Uno es el resultado de su educación. Y la cortesía no es más que eso, la evidencia del grado de educación y de humanización que poseemos; así, pues, según sea ese grado, estamos más cerca de ser humanos y más lejos de ser irracionales. Aristóteles[1] nos dice: El hombre por naturaleza desea aprender y educarse, si no lo hace, es un dios o un demonio. La educación hace libres a los hombres, y los hace más humanos.

En el centro de este planteamiento, nada especulativo, sino propio del ser humano humanizado, se encuentran los soportes éticos y morales, desde donde emana la cortesía como una forma de vivir entre humanos humanizados y educados, entre seres iguales de la especie humana, que se instalan en la sociedad para vivir una vida feliz, plena de paz, con un proyecto de vida que todos los días se construye para vivir en la democracia y se fortalece retando con valentía racional a la muerte, a la tiranía, a la violencia, a las drogas, al dolo, a la corrupción, al hurto, a la pobreza, al dominio del poder, al otro que diariamente nos encontramos, a quien reconozco y me reconoce por lo que hago y digo en el hogar, la calle, la oficina, el trabajo, la institución, la ciudad, el país y el mundo, y para nuestro caso como policías de la república de Colombia, nuestro campo de acción y desempeño profesional que defiende la vida, honra y bienes de los ciudadanos, en los marcos de acciones manifiestas de cortesía.



QUE LO PROVEE DE VALORES Y VIRTUDES HUMANAS PARA VIVIR EN SOCIEDAD EL PROPIO PROYECTO DE VIDA CON ACCIONES DE ALTA ATENCIÓN, AFECTO , CORTESÍA PROFESIONAL Y RESPETO A LAS PERSONAS

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LA EDUCACIÓN HUMANIZA AL HOMBRE Y LO LLEVA AL ESTADO DE “RACIONALIDAD”



[endif]--Veamos las cosas de la siguiente manera. En primer lugar, como seres humanos, nacemos incompletos y con muy pocas herramientas culturales para vivir con los demás. Es cuando llega nuestra madre, nuestro padre, es decir, la familia, la escuela y las instituciones a completar nuestro nacimiento en la sociedad y nos empiezan a educar para ser humanizados, y poco a apoco salir de la “animalidad” con que nacemos plena de instintos naturales, en bruto, que deberán ser orientados para poder vivir entre humanos humanizados ya. Así es como la sociedad asegura su permanencia en la historia y los seres humanos elaboran acciones para permanecer en el tiempo por sus frutos y el legado que dejan a los futuros seres humanos humanizados. En segundo lugar, en la lucha por humanizarnos, encontramos que la naturaleza del ser humano realiza acuerdos racionales para sobrevivir entre iguales. Es cuando encontramos desde tiempos atrás personas que han pensado cómo hacer para que la especie humana no desaparezca de la faz de la tierra por su propia irracionalidad. Entendemos que es por eso que la primera cláusula del Código de Hamurabi ordena “no matar”, pues tal parece que ese es un instinto en “bruto” del humano que no ha sido humanizado por la educación y el que hay que cumplir a costa de desaparecer la vida en el planeta. Son estos dos aspectos con los que entendemos que la cortesía es cuestión de domesticación de nuestros instintos por la educación y producto de los valores humanos que ha construido la razón humana para sobrevivir entre pares y apostarle a la sostenibilidad de la especie humana en el planeta.



EL SER HUMANO NACE INCOMPLETO: ESTADO DE “ANIMALIDAD”


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Se constata, ahora que los humanos somos más humanos y más corteses, cuando pasamos del estado de animalidad al estado de racionalidad por la educación en valores tales como la dignidad para hacerme valer con todos mis defectos y vivir con honorabilidad y respeto a mí mismo; la autonomía para decidir por cuenta propia, ser libre y soberano de mí mismo; la identidad para sentirme único e irrepetible y dueño de una personalidad histórica que me identifica a mí mismo y la autoestima para quererme y aceptarme a mí mismo tal y como soy, y es cuando demostramos, por nuestros actos, que poseemos virtudes humanas tales como el coraje para vivir frente a la muerte y sus formas de presentación, la generosidad para convivir con los semejantes, la prudencia para sobrevivir entre necesidades que no podemos abolir y la sinceridad para no traicionar los sentimientos de los demás y mostrar la valentía del ser humano.. Estas cuatro virtudes junto con los cuatro valores mencionados, están directamente relacionadas con la afirmación de la vida humana y no dependen de caprichos arbitrarios, ni de revelaciones místicas, ni siquiera corresponden a un tipo determinado de sistema social. “Provienen sin rodeos –dice Fernando Savater[2] en su libro El Valor de educar- del anhelo básico de vivir más y mejor “ y cuyo impulso sirve para el proyecto ético del policía desde la conciencia individual y las instituciones sociopolíticas en el plano comunitario, al menos en su designio de ser dueño de una cortesía que los dignifique y lo haga ver ante los demás como un ser humano humanizado por la educación y el deseo de ser cada día mejor en el cumplimiento de sus deberes ante la Patria y la sociedad.

Si de lo que se trata es de ganar confianza y ser líder social, las acciones de cortesía del policía, deberán ser claras y transparentes, viendo en los ciudadanos una oportunidad de libertad y de emancipación humana y no una oportunidad de ejercer la fuerza bruta, el castigo, la humillación, a costa de deteriorar la dignidad, la autonomía, la identidad y la autoestima del ser humano.

¿Cómo podríamos confiar en un policía que no tiene ni dignidad, ni autonomía, ni identidad y menos autoestima, y si además no actúa con cortesía?. Cómo podríamos tener confianza en un policía que cree que por encima de lo humano están las “barras” del poder y del dominio sobre el otro, que tiene insignias como barreras que le impiden tener acciones de cortesía que anuncian la presencia de un ser humano portador de una cultura social para tratar como iguales a las personas, en los marcos del rango y la cadena del poder que, además dignifica su profesional labor policial, pero que no le permite deteriorar la humanidad del otro y tampoco recortarle la libertad para la construcción de su propio proyecto de vida ciudadano y poder enfrentar los retos que la sociedad le impone. Con los actos diarios de cortesía, fruto de su educación familiar y formación institucional, de sus valores y de sus virtudes, identificamos al policía como constructor de una sociedad democrática que avanza hacia la paz y se aleja de la guerra; que avanza hacia la felicidad y se aleja de la tristeza que genera la violencia; que avanza hacia la justicia y se aleja de la injusticia que indigna y humilla; que avanza hacia la riqueza y se aleja de la pobreza fruto de una riqueza mal habida en el mundo del hampa, el narcotráfico y la corrupción; que avanza hacia una sociedad democrática y se aleja de un sociedad sin tiranías, que anhela una país en donde todos quepamos, vivamos y preparemos las condiciones económicas, culturales y sociales, de las próximas generaciones como legado de la policía y de todos nosotros: la familia, la escuela, las instituciones, el Estado, comprometidos con la educación y el aprendizaje para humanizarnos hasta el fin de nuestros días. No es posible confiar en una policía que ataca estos valores y denigra, con sus acciones, del ser humano y de su propia condición como servidor de la justicia y de la democracia.


¿Cómo podríamos confiar en un policía que no tiene ni coraje, ni generosidad, ni prudencia y menos sinceridad, y si además no actúa con cortesía? Cómo confiar en un policía que rehúye sus responsabilidades ante la defensa de la vida, la propiedad y la felicidad de los otros, que no es generoso ante las adversidades de las personas, que no es prudente ante las necesidades de la sociedad y la asalta en su buena fe puesta en su actuar policial, si además deja dudas en su capacidad de hacer bien las cosas y menos cuando no vive en la verdad y el respeto a las diferencias individuales, emocionales, del amor, el sentimiento y el afecto que une a los seres humanos en el camino de la concordia, la paz y la democracia.

De nada sirve un policía sin estas virtudes humanas, si frente a él sólo prima el miedo a la libertad y a la justicia, si rehúye el diálogo, si en vez de argumentar, grita y amenaza , si frente a él, el otro se presenta siempre como un enemigo, si todas sus acciones son imprudentes y nos llevan al abismo de la irracionalidad, y si además, vive su propia mentira de creerse dominador y tirano, siendo destructor y no cultivador del ser humano con sus actitudes, acciones y comportamientos que nada tienen que ver con la cortesía policial y más bien lo muestran estar en el límite de negarle su condición de ser un humano humanizado por la educación quien, por su manera de ser, imprime más desconfianza que confianza para ayudarnos a sobrevivir en este mundo humanizado y racional.


Así entonces entendemos que la cortesía policial no es más que la demostración de que un policía es un ser racional, humano y humanizado por la educación, que responde ante los demás desde sus mismos valores y virtudes y aspira a tener un lugar en la historia como constructor de ambientes de paz y de democracia para el buen vivir y morir de las personas; que actúa con cortesía para sostener la felicidad, la paz y la democracia de los ciudadanos de Colombia y del mundo.

La cortesía policial, vista así, deja de ser un listado de buenas intenciones y de acciones formales, y se convierte en una forma de vida digna y plena de posibilidades para la democracia y la sostenibilidad de la humanidad como especie. Aquí no priman las normas de la represión, el castigo, la humillación, la tiranía, el mando, el susto, el temor o la amenaza; sólo el ser humano en su dimensión de libertad hacia la felicidad es lo que cuenta en todas y en cada una de las acciones de cortesía que realizan, no solo la policía, sino todos los ciudadanos del planeta tierra y para este mundo globalizado.

Definitivamente, queda claro, que los actos de cortesía son actos de racionalidad humana que evidencian el nivel y la altura a la que puede llegar un ser humano humanizado por la educación, que genera confianza para vivir junto a él la democracia, la paz y la felicidad cosas juntas que nos genera la confianza y nos llena de esperanza en tener un futuro promisorio para las nuevas generaciones.

Bogotá Junio 10 de 2011




[1] ARISTÓTELES. Ética a Nicomaco.


[2] SAVATER, Fernando. El valor de educar. Barcelona. Ed. Ariel S.A. 1997, pg. 76

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